Ningún español ejemplifica mejor el espíritu cosmopolita del Renacimiento que Garcilaso: noble, cortesano, diplomático, músico, políglota, y poeta. Garcilaso toma las formas y los temas
de la poesía italiana del Renacimiento, los adapta al ritmo del castellano, y produce un pequeño corpus de obras que cuentan entre los más bellos y melódicos del idioma. Sin duda, es Garcilaso el que populariza la forma del soneto en España así como un afán por los temas clásicos. Su vocabulario del amor y del paisaje forma una nueva base de expresión cuyos ecos se escuchan hasta nuestros días.
El soneto es una forma poética creada en Italia en la Edad Media que fue popularizada por el
poeta Petrarca. En España se empezó a emplear desde el siglo XV, pero fue Garcilaso el que aseguró su éxito en las letras hispánicas para la expresión culta y elevada.El arte y la literatura del Renacimiento popularizaron un tipo de belleza femenina —la mujer alta, rubia, de ojos claros, cuello largo y tez blanca. Este ideal fue captado magníficamente por Botticelli en su cuadro ‘El nacimiento de Venus,’ y ésta es la imagen de la mujer que Garcilaso como Góngora, describen en sus poemas.
En 1524 Garcilaso conoció a Isabel Freire, una dama noble portuguesa, y se enamoró de ella. Sin embargo, al año siguiente Garcilaso contrajo matrimonio con Elena de Zúñiga. A pesar de ello,
Isabel Freire fue la musa de Garcilaso y muchos de sus poemas amorosos van dirigidos a ella
En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende el corazón y lo refrena;
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena;
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza su costumbre
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